Pedro Antonio Santacilia y Palacios: Un patriota de Cuba y de México
Por Pedro Núñez Mosquera
Pedro Antonio Santacilia y Palacios nació en Santiago de Cuba, el 24 de junio de 1826. Su padre, militar del ejército español con ideas liberales, participó en los sucesos de esa ciudad en ocasión de la sublevación de La Granja de San Ildefonso, en España, en agosto de 1836, donde un grupo de sargentos se sublevó y obligó a la Regente María Cristina de Borbón a poner en vigor la Constitución de 1812 y nombrar un gobierno liberal progresista.
Ese hecho tuvo repercusión también en Cuba; y la Constitución fue proclamada en Santiago de Cuba por el General Manuel Lorenzo, Gobernador de esa ciudad, en lo que se conoce como la Lorenzada, movimiento que fue sofocado prontamente por el Gobernador General Miguel Tacón Rosique.
Por esos hechos, ese mismo año el General Tacón deportó a la familia Santacilia, cuando el niño tenía solo 10 años de edad. Nueve años después, en 1845, cuando Pedro Santacilia era ya un joven de 19 años, regresó a Cuba donde completó su formación, desarrolló una interesante obra poética; y se dedicó a la educación y al periodismo. De marcada vocación e ideas libertarias, se enroló en varias conspiraciones contra el régimen colonial español, por lo que guardó prisión en el Castillo del Príncipe, en La Habana.
Una muestra de su poesía patriótica la encontramos en su Canto de Guerra, que escribió y circuló manuscrito en 1848. Allí pueden leerse versos tan inspiradores como los siguientes, que aparecen en el poema “Las Armas”:
A las armas, llegó ya el instante,
de romper la ominosa cadena;
es preciso lanzarse a la arena,
es preciso morir o triunfar.”
Por sus ideas patrióticas fue deportado a España junto a otros compañeros en enero de 1852, cuando aún no había cumplido los 26 años de edad. No regresó más a Cuba. En un documento emitido por el entonces Gobernador de la Isla, General José Gutiérrez de la Concha ese mismo mes y año, dirigido al Gobernador de la Provincia de Sevilla, se señala que “siendo perjudicial a la tranquilidad de esta isla la presencia en ella de don Pedro Santacilia… he dispuesto que sean relegados a la Península fijando su residencia a las órdenes de S. M. en esa ciudad; y al efecto saldrán de este puerto para el de la Coruña el día veinte y cinco del actual…”
Luego de bregar por varias ciudades españolas, llegó a Estados Unidos en 1853 y se incorporó de inmediato al quehacer revolucionario en favor de la independencia de Cuba. Lo hizo primero en la Junta Revolucionaria Cubana de Nueva York, para posteriormente pasar a residir a Nueva Orleans en 1855. En esa ciudad conoció a Benito Juárez, quien había llegado como exiliado, luego de un tránsito de varios meses por La Habana.
Pedro Santacilia se identificó plenamente con quien llegaría a ser calificado como “Benemérito de las Américas”. Favoreció y apoyó decididamente los planes de Juárez, incluso con el envío de armas y municiones; y cuando triunfó la causa juarista en México, se trasladó a ese país para desempeñarse como su Secretario Particular.
En México hizo familia. En mayo de 1863 contrajo matrimonio con Manuela, la hija mayor de Juárez, con la que tuvo tres hijas. Era tanto el cariño que Juárez sentía por él, que lo llamaba “mi hijo Santa”; y en momentos difíciles le confió el cuidado de toda su familia, labor que desempeñó con gran celo y responsabilidad.
En siete ocasiones se desempeñó como Diputado en el Congreso Federal; pero se mantuvo siempre pendiente a los esfuerzos en favor de la independencia de Cuba, a la que se dedicó con gran determinación.
En 1869, una vez iniciada la guerra de independencia en la isla, fue designado agente de la República de Cuba en Armas ante el gobierno mexicano; y se empeñó decididamente para que México reconociera la beligerancia de los cubanos. Fue a propuesta suya que se firmó ese mismo año un Decreto Presidencial para que se permitiera el arribo a puertos mexicanos de barcos con la bandera cubana.
En una reunión de la Cámara de Diputados, en clara alusión a la situación colonial en que se mantenían Cuba y Puerto Rico, propuso un brindis “por la independencia de los pueblos americanos que están sujetos todavía a la dominación europea”.
Conoció a nuestro Héroe Nacional, José Martí, cuando éste llegó por primera vez a México en 1875, presentado por Manuel Mercado. De ese encuentro floreció su amistad con el Apóstol y se fortaleció su sentimiento anticolonial y patriótico. Martí lo llamó “fiel cubano”.
Durante los esfuerzos que llevaron al reinicio de la guerra por la independencia de Cuba en 1895, Pedro Santacilia, con casi 70 años, se mantuvo activo en las juntas patriotas que se formaron en tierra azteca, en apoyo al Ejército Libertador. Convocó reuniones en la búsqueda de voluntarios para pelear en Cuba; y publicó varios trabajos periodísticos en favor dela independencia de la isla.
Y cuando se estableció en 1902 la “República mediatizada” fue el primero en registrarse en la legación consular cubana que se abrió en México, para dejar constancia de su condición de cubano. Murió en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1910, a los 83 años de edad.
Pedro Antonio Santacilia y Palacios forma parte de ese grupo grande de cubanos que viajo a México y trabajó por el bienestar de ese país y por la independencia de Cuba. Está en las raíces de las históricas relaciones de hermandad y cooperación que unen a ambos pueblos.
Fuente: Radiohc
Fotos: Colección Mediateca INAH