La presencia de Cuba en el Salón de la Fama del Béisbol
Cubanos inmortalizados en el Salón de la Fama del Béisbol en México1964:
Martín Dihigo, Lázaro Salazar y Ramón Bragaña
1973: Agustín Bejerano y Roberto Ortiz
1974: Agustín Verde
1977: Santos Amaro
1979: Basilio «Brujo» Rosel
1982: Mario Ariosa
1985: Adolfo Luque «Papa Montero»,
1988: Lino Donoso
1990: Amado Maestri
1992: Armando Rodríguez
1993: René González
1996: Orestes Miñoso
1997: Andrés Ayón
El Salón de la Fama del Beisbol Profesional de México se inauguró el 10 de marzo de 1973 al cortarse el simbólico listón para abrir las puertas de la inmortalidad a los primeros 22 elementos, tres de ellos cubanos, de un total de 16 nativos de la isla bella que han sido entronizados hasta la fecha.
Dihigo-Salazar-Bragaña
Durante mucho tiempo los isleños le dieron prestigio y categoría a nuestro beisbol y la fortaleza de los equipos mexicanos en las primeras décadas del circuito provenía de los peloteros cubanos, destacando los nombres de Martín Dihigo, Lázaro Salazar y Ramón Bragaña, figuras preponderantes del beisbol latino que tuvieron el privilegio de encabezar a sus hermanos de raza.
Precisamente, ellos fueron inmortalizados en la primera ceremonia del Salón de la Fama, resultando electos en la segunda votación para elegir inmortales, evento que se diera en 1964, por la Asociación de Cronistas de la ciudad de México.
Los tres fueron pitchers notables en los cuarentas, cabe resaltar la labor de Dihigo, quien está considerado como el pelotero más completo de todos los tiempos en nuestra pelota. Dihigo era excelente pitcher pero también le arreaba a la bola en forma estupenda. El tuvo el privilegio de ganar los títulos de bateo y pitcheo de la Liga Mexicana en 1938, hazaña que sólo él podía lograr de acuerdo a sus referencias.
Lázaro Salazar está considerado el mejor manager de todos los tiempos. Sus siete títulos en el beisbol mexicano lo distinguen sobremanera. Ningún otro timonel ha logrado igualarle desde entonces, tampoco han podido empatarle su marca de tres títulos en forma consecutiva obtenidos con el equipo de Monterrey de 1947 al 49.
Ramón Bragaña es otro de los grandes iconos de la pelota. Durante muchos años tuvo el récord de más triunfos en el circuito con 211 y sus 30 victorias en una campaña lucen inalcanzables en nuestros tiempos.
Velocidad y poder
En 1973 se realizó la primera votación de los integrantes del Comité Elector, quienes eligieron a tres beisbolistas, entre ellos el pitcher mexicano Daniel Ríos, pero la inclusión de los jardineros Agustín Bejerano y Roberto Ortiz complementaron el inolvidable grupo de peloteros cubanos en el Salón de la Fama.
Bejerano había sido el rey de la velocidad, «El hombre de los pies alados», como le llamaron algunos y su marca de bases robadas (313) estuvo vigente desde 1954, año en que se estafó la última base de su carrera, hasta 1984 que fue derrumbada por Antonio Briones.
Ortiz fue el cañonero más poderoso de los años cuarenta. Su estancia en la Liga Mexicana de Beisbol constó de siete temporadas, tiempo suficiente para demostrar su categoría alineando con los Diablos Rojos del México, Tecolotes de Nuevo Laredo y Leones de Yucatán, respectivamente. De 1945 al 48 vistió el uniforme de los luciferes, obteniendo el título de jonrones en cuatro años consecutivos, marca que permanece vigente. Tanto Bejerano como Ortiz son dignos exponentes del Salón de la Fama.
Sólo Veracruz es bello
El siguiente cubano en ser inmortalizado fue el manager Agustín Verde. Este fue inmortalizado en 1974 y tres años más tarde se le dio este privilegio a Santos Amaro.
Verde fue un manager experimentado que supo manejar estrellas y al mismo tiempo, inculcarles un ánimo combativo, con carácter, con tesón y con muchas ganas de hacer las cosas. Consiguió los gallardetes de 1937 y 38 dirigiendo al Aguila de Veracruz, para plasmar su nombre con letras de oro en la historia del club porteño.
Otro de los jugadores inolvidables en la historia del Aguila fue Santos Amaro. El guardabosques cubano logró la inmortalidad en 1977, gracias a su inmensa categoría sobre los diamantes. Amaro se distinguió por su juego agresivo, por su determinación para conseguir el triunfo, por su denodado esfuerzo para lograr las cosas. Su poderoso brazo hizo las delicias de los espectadores que en múltiples ocasiones tuvieron oportunidad de admirar sus tiros certeros desde el jardín derecho. Además, sus 11 temporadas bateando sobre .300 y su porcentaje de .314 milésimas lo colocan entre los bateadores más consistentes en el circuito veraniego.
Aunque se desempeñaban en diferentes facetas, Verde y Amaro hicieron las delicias de los veracruzanos durante muchos años.
Estelar de la lomita
Basilio «Brujo» Rosel
se convirtió en el octavo isleño en ser inmortalizado, cosa que sucedió en 1979. El béisbol mexicano le rindió honores a uno de los mejores pitchers cubanos de todos los tiempos, llegando a nuestro país durante la década de los treintas.
«El Brujo» brilló intensamente cuando todavía no se contabilizaban las estadísticas en nuestra pelota. Su fama de pitcher estelar le dio renombre entre los peloteros avecindados de su país, poniendo en alto el nombre de Cuba por sus extraordinarias hazañas sobre el diamante.
Distinción valiosa
Tres años más tarde, la inclusión de Mario Ariosa acrecentó la categoría de la institución regiomontana. El formidable segunda base y jardinero recibió la distinción de ser inmortalizado en 1982.
Ariosa fue uno de los bateadores más consistentes de su época. Durante 13 temporadas bateó arriba de .300, 10 de ellas en forma consecutiva. Durante 17 temporadas jugó con el Aguila de Veracruz, siendo un excelente jugador de cuadro, muy versátil y seguro. Con el bat era toda una amenaza para cualquier pitcher y sus .308 milésimas son claro ejemplo de su enorme consistencia.
El tercer manager
Adolfo Luque
se convirtió en el tercer manager cubano en ingresar al recinto sagrado en 1985, junto a Lázaro Salazar y Agustín Verde, y su coterráneo Lino Donoso resultó privilegiado en 1988. Ellos acrecentaron la lista de cubanos en el Salón de la Fama, convirtiéndose en ejemplo para el resto de peloteros de su estirpe.
Como jugador, Luque había hecho historia en Ligas Mayores al convertirse en el primer lanzador latino en la carpa grande. En 1923 tuvo una campaña sensacional con 27 triunfos y 8 derrotas jugando con Cincinnati.
Apodado «Papa Montero«, el afamado serpentinero estuvo 20 años en Grandes Ligas y 34 en el béisbol cubano. En México fue un manager notable llevando al campeonato a Mexicali en la Liga Arizona-Texas en 1950, en la Liga Mexicana obtuvo el bicampeonato con los Tecolotes de Nuevo Laredo en 1953 y 54.
Lino Donoso fue un pitcher excepcional. Su endemoniada velocidad y el control de sus disparos dejaron viendo jeroglíficos a los bateadores rivales. Desde los torneos juveniles ganó notoriedad, llegando a México en 1950 invitado por Martín Dihigo. Un año más tarde comenzó una historia sensacional al |obtener el título de carreras limpias admitidas con 2.55 vistiendo la franela del Águila de Veracruz, equipo con el cual ganó tres lideratos de ponches en forma consecutiva para imponer una marca en la Liga Mexicana de Béisbol, además, en 1957 fue campeón de ganados y perdidos (8-2) vistiendo la franela de los Tigres capitalinos.
Ampayers de prestigio
Amado Maestri
fue el primer ampayer cubano que ingresó al Salón de la Fama, cosa que sucedió, en 1990. En su juventud fue receptor y compitió en varios campeonatos juveniles en La Habana. El disfrutaba al poner fuera a un corredor que tratara de colarse a la goma. Una vez, al hacer un tiro a la intermedia se lesionó seriamente su brazo de lanzar y desde ese momento pensó dedicarse a la profesión de ampayer.
Maestri se distinguió por la firmeza de sus acciones, por su carácter templado y claridad en sus decisiones y es recordado aquel histórico capítulo al expulsar del terreno al magnate Jorge Pasquel, cuando este era la mera ley en el circuito.
Armando Rodríguez logró la distinción dos años más tarde. Rodríguez fue un extraordinario ampayer que se distinguió ampliamente por el profundo conocimiento y aplicación de las reglas de juego en los diamantes beisboleros donde actuó. Sus bastos conocimientos y lo centrado de sus veredictos le dieron fama y supremacía sobre sus compañeros de labores. Su carrera de ampayer inició en Cuba en 1938, trabajando 42 años ininterrumpidos en verano e invierno.
Llegó a México en 1959, invitado por el Ing. Carlos Rubio Alvarez, en ese entonces presidente de la Liga Mexicana, y durante 20 temporadas actuó para el circuito de verano.
También tuvo oportunidad de trabajar en otros países como Panamá, Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y en Estados Unidos en la Pacific Coast League, American Association y un par de temporadas en la Liga Americana. Además, participó en 16 Series del Caribe representando a Cuba y Venezuela y estuvo como instructor en Santander, España; y Milán, Italia; por varios años.
Notable a la ofensiva
René González
fue uno de los máximos exponentes cubanos. En la Liga Mexicana aparece entre los mejores bateadores de todos los tiempos con .328 de porcentaje. Durante nueve temporadas tuvo una brillantísima actuación en el circuito veraniego, con ocho de ellas superando los .300 de porcentaje.
Su llegada al beisbol mexicano se dio en 1947 para vestirse el uniforme de los Tuneros de San Luis, pero su consagración se dio en 1951 conquistando el liderato de producidas con 79 compañeros remolcados al plato.
Posteriormente tuvo una racha sensacional al ganar el título de bateo por tres años consecutivos, vistiendo el uniforme del Aguila.
En 1952 tuvo una temporada estupenda haciéndose acreedor a la triple corona de bateo con el equipo veracruzano. Sus cifras incluyeron .370 de porcentaje con 21 cuadrangulares y 84 carreras impulsadas. Todavía se dio tiempo para obtener otros dos lideratos a la ofensiva. En 1953 fue campeón productor con 63 remisiones al pentágono y al año siguiente obtuvo el cetro jonronero con 21 cañonazos a la tierra de nadie. El afamado inicialista fue inmortalizado en 1993 y es uno de los ídolos legendarios de nuestra pelota.
Seis décadas
Orestes Miñoso
se caracterizó por la agresividad de su juego, por su consistencia ofensiva, por la fortaleza de su brazo y por su forma de entregarse en cada jugada.
Ya había sido estrella en la Liga Cubana antes de emigrar a Ligas Mayores. Fue una de las mejores contrataciones del inmortal Alvaro Lebrija, presidente de los Charros de Jalisco, quien lo contrató para la Liga Mexicana gracias a sus buenas relaciones con la organización de los Medias Blancas de Chicago. También fue parte del Unión Laguna.
En el verano dejó números importantes pero también tuvo una actuación muy destacada en la Liga Invernal del Pacífico con Naranjeros de Hermosillo y Venados de Mazatlán, equipo con el que obtuvo los títulos de bateo correspondientes a 1966-67 y 1969-70.
Su debut en Ligas Mayores se dio en 1949, con los Indios de Cleveland y dos años más tarde llegó a Chicago, donde lograría los mejores años de su carrera. En 17 temporadas en Ligas Mayores, Miñoso bateó para .298 milésimas con 1963 hits, 336 dobles, 83 triples y 186 jonrones, además, anotó 1136 carreras, empujó 1023 y 205 robos de base. Luego tuvo dos breves apariciones con Chicago en las campañas de 1976 y 1980, convirtiéndose en el único jugador que participa en seis décadas diferentes.
Su calidad como pelotero, su entrega en el diamante y su determinación como beisbolista le dieron un sitio privilegiado en el Salón de la Fama del Béisbol y su Pabellón de Inmortales al cual ingresó en 1996.
El privilegio de lanzar
Andrés Ayón
fue inmortalizado en 1997, y desde entonces, ningún otro jugador cubano ha sido entronizado al Salón de la Fama.
Ayón destacó desde muy joven en el béisbol amateur, siendo firmado para el profesionalismo por su paisano Napolén Reyes, scout de los Rojos de Cincinnati, en la Habana. Su llegada a la Liga Mexicana, donde jugaría 14 temporadas, se dio en 1964 con el equipo de Puebla. Su inmensa categoría se puso de manifiesto al ganar tres veces arriba de 20 juegos, finalizando con 169 triunfos y 98 derrotas, así como una agradable efectividad de 3.15.
En tres ocasiones fue campeón de ganados y perdidos en la liga de verano.
En 1964 con Puebla, 1967 con Jalisco y 1972 con Saltillo. En 1971 tuvo un minúsculo promedio de efectividad de 1.22 para llevarse el cetro. Una de sus máximas hazañas en el diamante fue el Juego Perfecto sobre los Sultanes de Monterrey, el 30 de junio de 1972.
Con él se cierra el ciclo de los 16 cubanos que poseen una placa en el Nicho de Inmortales del Salón de la Fama en sus 35 años de existencia, ¿veremos a otros de sus paisanos alcanzar la inmortalidad en años futuros?
Tomado de: salondelafama
Tuve el placer de conocer personalmente al Brujo Rosel en el desaparecido parque del Seguro Social. Siguó toda su vida a los Diablos Rojos del México. Y también tuve la suerte de ver jugar a Mario Ariosa, Andrés Ayón, Orestes Miñoso, y a Roberto Ortiz, quien tmbién jugó, me parece, en la Liga Peninsular, que se jugaba en Yucatán y Campeche. En la misma época que Ortiz, recuerdo a un pelotero de apellido Verde (no recuerdo el nombre de pila). No se si sería pariente de Agustín Verde. Ciertamente me siento afortunado de haber visto jugar a peloteros de esta categoría.
Estimado jose, creo que usted es al que habla por hablar, pirmero no creo que hayan aficiones mediocres, si eres aficionado de un equipo y vas al estadio cue1l es la mediocridad en eso si siempre se apoya al equipo en las buenas y en las malas, eso se hace porque se tiene un sentido de pertenencia y apego al equipo que representa el lugar donde vivimos o nacimos (por lo menos para nosotros los Sancarlef1os) y por otra parte no se aficionedo a que equipo sere1s, pero tampoco creo que sea muy aficionado porque nisiquiera deceds, puede ser que le de verguenza lo cual entenderedamos, y tanto que hablan los liguistas y saprissistas que son la mayoreda supuestamente, lo que pasa es que son un montf3n de acomodados, que facil buscar un equipo que ha tenido apoyo econf3mico y ha podido cosechar triunfos, eso es muy facil, pero nosotros los Sancarlef1os y aficionados de otros equipos fuera del valle central en realidad apoyamos lo nuestro, de donde somos, a ver cuantos liguistas hay en el canton central de alajuela y cuantos saprissistas son de tibe1s, etc. Si quisieramos triunfos, titulos, estrellas, idolos y deme1s, seriamos aficionados de algfan club de espaf1a, italia, inglaterra o por esos rumbos. Que es lo mismo que hacen quienes no son de aljuela centro, tibe1s, heredia centro y cartago!!!
Tienen registro de un pitcher que en 1913 jugo en México, de nombre Agustín Vazquez Zayas ?, no se en que equipo jugo