El Torreón de la Chorrera en La Habana se previó construir con financiamiento de México
El río Almendares, luego de un tránsito de alrededor de 45 kilómetros, se abraza con el mar en un punto de nuestro litoral que lo distingue un pequeño castillo o torreón llamado “La Chorrera”, apelativo que por un tiempo tuvo por nombre la principal corriente de agua dulce de nuestra ciudad.
Por el desarrollo que progresivamente iba alcanzando la Villa de San Cristóbal como puerto intermedio de envío de mercancías de América hacia Europa, se hizo absolutamente necesario mejorar las condiciones defensivas de la ciudad. Culminadas las construcciones de las fortalezas de La Punta y El Morro, a ambos lados de la entrada de la bahía, se decidió la edificación de dos fuertes o torreones, uno hacia el oeste en la entrada del río, conocido por aquel entonces como La Chorrera, y otro hacia el este en Cojimar, para proteger esos lugares estratégicos de posibles desembarcos enemigos de España.
En el caso del que nos ocupa fue propuesta su edificación por el Gobernador Pedro Valdés en los inicios del siglo XVII y ordenada su apremiante construcción por la Real Cédula del 30 de enero de 1635. El financiamiento debía ser otorgado por el gobierno Mexicano y correría su diseño a cargo del ingeniero Juan Bautista Antonelli.
No obstante la premura, pasaron algunos años y no fue hasta el gobierno de Álvaro de Luna (1639-1646) que se iniciaron las obras, apoyadas en la contribución financiera de los vecinos y considerando que el aporte de México no se hizo efectivo, además de que se temían los ataques de holandeses y portugueses.
El capitán Juan Alférez eligió el lugar de su construcción donde se debía situar el castillo de La Chorrera y confeccionó el plano del mismo, resultando impresionante el cálculo del costo de los materiales que realizó y la mano de obra. Vale destacar que este último aspecto lo dejó a criterio del gobernador debido a su maña para estos menesteres y teniendo en cuenta la cantidad de operarios esclavos acostumbrados a semejantes trabajos.
Juan Bautista Antonelli comprendió la urgencia de tal ejecutoria y resolvió que fuera cuadrado, con ochenta pies de lado y cuarenta de altura, y que cada uno tendría cinco cañones a una altura de veinte pies y otros seis en la cubierta. También le construyó escaleras fijas separadas de las torres, unidas a ellas por puentes levadizos; así como aljibes, almacenes y barracas para alojar hasta cincuenta hombres.
Su verdadero nombre es el de Santa Dorotea de Luna y estaba rodeado de un foso, se accedía a su interior a través de un puente levadizo. Por Real Cédula del 17 de septiembre de 1647 el Rey se da por enterado de la terminación de la Chorrera. El fuerte finalmente costó 20 mil ducados en total.
Esta fortificación pudo probar su valor en la toma de La Habana por los ingleses en 1762, cuando la dotación al mando del cubano Luis de Aguiar, aguantó el asalto de dos navíos ingleses comandados por el mismísimo Lord Albemarle, hasta que se le agotaron las municiones. Fue tan intenso el combate que esta pequeña fortaleza quedó casi destruida, por lo que fue necesario reconstruirla posteriormente con un segundo nivel.
En 1931 el torreón, así como los terrenos costeros a su alrededor, se le entregaron a la Marina de Guerra de Cuba para su uso, pero hoy constituye un atractivo centro gastronómico con el añadido de su valor histórico y de la zona donde se encuentra, casi al lado del afamado Restaurant 1830 y de la bellísima mezquita de los Jardines de Villa Miramar, así como de la entrada del túnel de 5ta Avenida.
Fuente: Radio Ciudad Habana