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Iglesia Parroquial de Bejucal

Iglesia Bejucal Foto: Dcubanos

Por Manuel Morales

El 9 de mayo de 1714, fecha de la fundación de San Felipe y Santiago de Bejucal, debido a la celebración del primer cabildo que era el gobierno local, ya existía una ermita de madera y guano para el oficio de los cultos religiosos. El templo actual fue consagrado el Día de Pascua de Resurrección del año 1772. Un documento de la época lo describe así: “El edificio se compone de una nave principal, dos medias capillas con un bautisterio, sacristía, diez altares y una torre de irregular arquitectura. Está situado medio a medio del fondo este de un cuadro o manzana que solo tiene esta construcción y lo demás es una plaza de exacta cuadratura.

La Iglesia Parroquial de Bejucal cuenta con un ancho cimiento de cantería, labrado a escuadra, cuyo frente y bien marcado cordón está una cuarta más alta que las calles contiguas. En los puntos que forman los huecos de las entradas de las tres puertas del templo hay primorosos pilares labrados con un delicado gusto por las hábiles manos del caballero Síndico Don Félix del Rey y Urrutia. La plaza está terraplenada con gramo de las barandas en todo su interior.

Unos años después de la fundación del templo en la primera mitad del siglo XVIII se erigió al frente un majestuoso edificio, ya desaparecido lamentablemente. Se trataba del palacio y residencia de descanso de los marqueses de San Felipe y Santiago. Precisamente el primer Marques Juan Núñez de Castilla aportó una suma de 14 000 pesos para fundar este lugar de culto.

El fundador de Bejucal hizo además otros aportes a la naciente iglesia bejucaleña consistente en objetos litúrgicos como un cáliz, patena y lámparas de plata, una pila de agua bendita y una campana de bronce de cuatro arrobas y media para llamar a los fieles entre otras cosas. En 1880 el templo recibió otro importante donativo en dinero que permitió su reedificación. Este fue legado en testamento por la señora Susana Benítez, quien era natural de esta localidad. Gracias a ella se pusieron los pisos de mármol, parte de los cuales se conservan actualmente y se hicieron otras modificaciones haciendo de este lugar de culto uno de los más bellos de la zona.

En 1956 el millonario cubano Eutimio Fallas Bonet costeó otra importante reparación de la Iglesia de Bejucal que conllevó importantes cambios en su interior. Los antiguos altares fueron sustituidos por los actuales y llevados al pueblo de Remedios. También se repuso toda la cubierta y se hicieron otros cambios estructurales como la colocación de balcones en el campanario, los que fueron devueltos a su estado original con rejas en la última reparación concluida en 1990, para la cual se tomó como referencia una fotografía del año 1896.

Por su riqueza la Iglesia Parroquial de Bejucal puede compararse con sus iguales de la capital. Sobre sus tres naves con ocho arcos de cañón realizados en sillería de caliza, se alzaron sus techos de alfargas de enormes puntales austeros, pero elegantes. Todos los materiales empleados en su construcción así como los del resto de la ciudad se extrajeron en esta localidad. La Serranía proveyó los cantos de roca caliza, la madera y el barro que se empleó para las tejas era abundante en las márgenes del río Govea.

Algo singular e indescifrable posee la planta del edificio de la iglesia pues no constituye modelo de cruz griega ni latina, propios de los estilos arquitectónicos del siglo XVIII. La fachada de grandes dimensiones dinámicas es típica de los templos cubanos de la época. Tiene una puerta central a la española con columnas adosadas desde la base hasta el capitel, donde descansa una especie de friso o arquitrabe a relieve.

La iglesia cuenta también con una planta superior con vanos enrejados de madera y una representación de frotecillo con óculo de cristal. Todas las aberturas de la fachada poseen marcos labrados, en ellos salta a la vista el tratamiento asimétrico que deriva de la asimetría de los pisos, y la equidad demostrada en los cuerpos de la torre. Originalmente se proveyó de dos cuerpos con las campanas en la superior. Posteriormente a mediados del siglos XIX se le añade un tercer cuerpo para el reloj que difiere del estilo general del edificio y de la torre.

Dos décadas después y ante el resquebrajamiento de algunos de sus muros se procedió a fortalecerla colocando anchos estribos de contrafuertes, cuatro a cada lado. Los laterales son parcos en su ornamentación. Solo las rejas de madera rompen la monotonía que produce este conjunto plano cerrado, con cierto acento medieval.

A la derecha del fondo de la iglesia parroquial de Bejucal en el único brazo de cruz de la construcción hay elementos de estilo novecento, pero en el piso superior de la sacristía, cuya humildad de dimensiones y pequeñeces de los vanos sin labrar ahondan el misteriosos rostro de nuestra historia. Los interiores del edificio hablan de austeridad, blancura y grandeza aun desafiando el tiempo y las reconstrucciones. Por la observación del revestimiento del templo se aprecia la dotación de tapias ráfagas y cantería.

La iglesia posee dos naves laterales que se cierran antes de llegar al altar mayor. Cuenta con seis altares, según fuentes históricas fueron diez hasta principio del siglo. Las ventanas de ambos lados son joyas conservadas de entera funcionalidad, los bancos interiores, las grandes hojas, sus pequeños respiradores y postigos y el enrejado de madera a torno. Unos peldaños de mármol en el suelo le aportan en la altura a la monumentalidad de su altar mayor.

El altar mayor con una talla floral rebuscada, asciende por las columnas en espiral y en las tres hornacinas centrales se hayan las imágenes de la Virgen de la Candelaria y los Santos Apóstoles Felipe y Santiago.

Según el primer historiador Manuel Mariano de Acosta la imagen de la Virgen de la Candelaria que ocupa la hornacina central del altar mayor fue traída de las Islas Canarias por Doña Rosa Pérez de los Reyes, esposa del Segundo Márquez de San Felipe y Santiago y hermana del cura párroco de ese entonces.

La Virgen de la Candelaria, patrona de la Isla de Tenerife en el archipiélago canario gozó de gran devoción a lo largo de la historia por parte de los pobladores de Bejucal que la designaron Copatrona de la Parroquia Local, aunque algunos historiadores afirman que antes de 1815 aparece registrada oficialmente como la patrona de la iglesia. Esto se explica por la procedencia de la población de las áreas rurales alrededor de la ciudad que en su mayoría eran canarios o descendientes que se dedicaron a la labranza de la tierra y cría de animales. Se cuenta que acudían masivamente a las procesiones en honor a la virgen.

En el calendario católico o santoral la fiesta de la Virgen de la Candelaria se celebra el día 2 de febrero “Día de la presentación de Jesús al templo de Jerusalén para cumplir con el rito judío de la purificación”, por esa razón la imagen muestra a María con el niño en brazos y una vela encendida. Cuentan que por esa fecha se celebraron en la ciudad grandes fiestas que incluían además de los ritos litúrgicos, la celebración popular con bailes, verbenas, ferias y en programas de mediados del siglo veinte resaltaban hasta voladores y fuegos artificiales.

Es curioso señalar que todo lo contrario ocurría el día de los patrones del templo y de la ciudad. Los santos Apóstoles Felipe y Santiago, cuando la celebración como se dice en buen cubano pasaba por debajo del tapete. Según Juan J. Barona los vecinos de la ciudad que se disputaba el cargar la imagen de La Candelaria luego no querían cargar los patrones aduciendo que eran muy pesadas.

Algunos análisis hechos por algunos historiadores locales lleva a pensar que la celebración de San Felipe y Santiago patrones de la parroquia y de la ciudad de Bejucal contaba con tan poco arraigo popular debido a que esta denominación se le dio a la ciudad en honor al Rey Felipe Quinto, monarca de España en 1710 y quizás esto con posterioridad provocó cierto rechazo en la población no peninsular o sea procedente de Islas Canarias, territorio que también fue colonizado y otro ya eran criollos; es decir nacidos en Cuba.

Al calor de la iglesia parroquial de Bejucal y de los festejos navideños surgieron también las charangas, fiestas populares tradicionales de este territorio. Versiones de algunos historiadores señalan que dos bandos de vecinos emulaban entre sí entrando a la Misa del Gallo con farolas, adornos, matracas y fotutos que hacían sonar dentro del templo a una señal del sacerdote. Cuentan que al salir a las calles comenzaba el jolgorio popular. Nueve días antes de noche buena se celebraban las misas de aguinaldo y en las noches los negros de las dotaciones cuyos barracones estaban al sur de la población calentaban los cueros de los tambores.

La iglesia parroquial de este territorio como centro religioso de la ciudad por más de doscientos años dejó marcada una huella en la vida socio-cultural de esta ciudad. Cuentan que allí oían misa los Marqueses de San Felipe y Santiago, durante la época de verano cuando se hospedaban en su lujoso palacio ya desaparecido lamentablemente y que se haya justo al frente del templo, en la manzana que hoy ocupaba la cafetería Los Pinos, la librería y Rumbos entre otros.

Una antigua leyenda bejucaleña habla de la existencia de un pasadizo secreto entre la iglesia de Bejucal y el palacio de los Marqueses por debajo de la Plaza, lo cual se ha demostrado con las diferentes excavaciones realizadas que nos es cierto. Además si así hubiese sido. ¿Cuál sería su finalidad? Para cuya pregunta no hayamos ninguna respuesta lógica. Otros personajes célebres que se hospedaron durante temporadas en la residencia nobiliaria también asistieron a misa en el templo bejucaleño, ese es el caso del gobernador de la Isla de Cuba Don Luis de las Casas y por príncipe Luis Felipe de Orleáns, quien fu rey de Francia.

También varios obispos de la época visitaron la iglesia parroquial durante los siglos XVIII y XIX. El más destacado entre ellos fue José Agustín Morell de Santa Cruz, quien se sobresalió por su celo pastoral y por los aportes hechos en materia de educación y cultura en la isla. También se destacó por su rechazo y resistencia cuando la toma de La Habana por los ingleses en 1763, ocasión en la que se aferró a su silla episcopal negándose a abandonar la ciudad capital, por lo que sentado en ella fue subido a la fuerza a un buque que lo trasladó a la Florida.

Sobre esta iglesia parroquial es curioso destacar además que por la fecha de su fundación en 1972, se presume que haya tenido debajo del altar mayor y de sus capillas, criptas o catacumbas para sepultar a los fieles, los cuales eran depositados según su rango y jerarquía más cerca del altar mayor. Esta costumbre fue prohibida por el Obispo Espada, durante el período de la ilustración, por ser considerada antihigiénica.

Luego de la supresión de los enterramientos en el interior de las iglesias en bejucal, se creó el primer cementerio hacia el ala sur fuera del templo en el territorio que ocupa el atrio y parte de la calle 12 hasta que fue trasladado a 17 y 19 donde hoy está la escuela primaria “Matilde Varona. En ese estilo el lugar para sepultar a los difuntos continuó siendo propiedad de la iglesia, lo que generó conflictos con el ayuntamiento local al negarse el Cura Párroco a sepultar a no católicos, o sea personas que se negaban a recibir los sacramentos antes de morir. La disputa culminó con la apertura de un nuevo cementerio, propiedad del Gobierno Municipal.

Aunque la iglesia de Bejucal, por lo general siempre fue atendida por Clero Secular; es decir subordinado directamente al obispo local, varias órdenes religiosas también tuvieron a su cargo la atención del templo. Ese es el caso de los Franciscanos asentados en Santiago de las vegas, que como huella de su paso dejaron las imágenes de su Patrón San Francisco de Asís y de San Antonio de Papua. La primera era una bella talla en madera que se llevaron los Fallas Bonet durante la reparación de 1956 y la otra se encuentra en el lugar actualmente.

Otros datos curiosos:

-“De su hacienda «Bejucal», donó el Capitán Don Juan Núñez de Castilla en el año 1712, cuatro caballerías de tierra «para fundar una Ciudad», con 30 familias que diseminadas en los campos cercanos se dedicaban al cultivo del tabaco. Cumplida esta primera disposición, entregó en propiedad a cada una de dichas 30 familias, un solar sin gravamen alguno, y además, una caballería de «monte firme» en calidad de arrendamiento, con una renta de 250 pesos anuales, excepto los dos primeros años los cuales les eran dispensados al objeto de que los favorecidos pudieran hacer el desmonte e iniciar sus labranzas. Donó también a cada uno de los pobladores: una yunta de bueyes, seis gallinas y un gallo, otorgándoles además el derecho de usar gratuitamente todo el ganado de su Hacienda. A disposición de los vecinos, puso en calidad de «propiedad común», una caballería de tierra en el lugar que se conoce con el nombre de «La Sierra», «para leña, piedra y otros materiales para sus necesidades».

“Y para completar su obra altruista, de hondo contenido humano v progresista el Capitán Don Juan Núñez de Castilla donó terreno para la Iglesia, Plazas, y casas para Cabildo y Corral, y presentó los planos de la Ciudad, trazados por el Ingeniero Civil Don Pedro de Menéndez Marques”.

Fuentes: Ariguanabo / Güije

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